lunes, 1 de septiembre de 2014

El tren de la vida

Nuestra vida debería ser un tren: Dios la locomotora, Jesús el maquinista, el Santo Espíritu el combustible..., y nosotros los vagones.

Ahora, el vagón es un gran vehículo donde sube la gente, para ir a algún lugar...

Si nuestro vagón lo ponemos en el tren de la Trinidad, entonces podremos conducir a muchos a donde va Dios.

Sí, sí.

Es bueno dejar que Dios sea la máquina, el piloto, y el combustible..., 

Iremos a lugar seguro, y a los que llevemos les espera un buen destino.


En Jesús, María y José, 

Raúl Clavijo.

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