Ernesto Blandón Rey
Docente del Colegio de la Universidad Pontificia Bolivariana.
De
regreso al encuentro con Nuestro Señor Jesús, lo hacemos desde una condición que
se quiere desoír pero que permanece como una realidad de vida: «somos
pródigos» en la condición de quien desperdicia bienes en cosas inútiles, especialmente cuando son ajenos. Encontrarnos, con
esta realidad, evidencia una tendencia que nos acosa, la exigencia de las
propias pertenencias para hacer la propia vida, desligarse para ser, sin ningún
problema de conciencia, sobre todo cuando es el Padre su depositario; vivir en
su entorno frena hacer lo que se quiere por eso el recurso es apartarse. El
relato es particularmente rico, explicativo, en esa confrontación que le hacen a
Jesús Nuestro Señor los publicanos y los fariseos al criticarlo porque «acoge a
los pecadores y come con ellos»
El
hecho significativo radica en la experiencia de «gastarlo todo»: los bienes de
casa, la herencia paterna, hasta llegar a la condición no de quien se retira, sino de quien es retirado, apartado del medio «nadie
le daba de comer». Es precisamente esta condición la que le permite aceptar que
la verdadera pobreza es estar fuera de la casa de su Padre «Cuántos jornaleros
de mi padre tienen abundancia de pan» ese todo al que se ha renunciado, certeza
de un amor sin límites ante una presunción limitada por los propios deseos e
impulsos y la desazón de haberlo perdido todo. Volver, retornar se transforma en
un llamada a la vida que al considerarlo en esa situación límite, anima a salir
de sí para ir el encuentro de quien se ha dejado. Es la misma la situación del
hermano mayor, quedándose en casa, no ha disfrutado de su estadía, ha vivido
como un extraño.
Jesús ha venido para hacer con nosotros ese camino de
retorno al Padre que hemos abandonado por otro sumamente frágil y limitado «don
dinero». La ambición por tenerlo ha llevado a la humanidad a un caos que supera
todo límite. La familia se centra en él, como el todo, abandonando el valor de
los encuentros y la riqueza de la Vida que se dona generosamente. Las relaciones
humanas tienen este signo por eso son insostenibles; se viven con la
preocupación de perderlo. Jesús en su leguaje de amor, habla de perdón, su
presencia lo confirma. Su preocupación mayor es el hombre sufriente, alienado,
engañado, todos de una o de otra forma lo somos. La vía del retorno es
constante, de todos los días, escuchemos su llamado y vallamos a él, para que
tocados por su amor, vivamos la relación con los otros como hijos de Dios y no
otra cosa.
Ilustración: www.corazoncatolico.blogspot.com
Hagamos de este “Saludito” una cadena de
oración por quienes padecen un sufrimiento. Algunos destinatarios, han dado a
conocer necesidades apremiantes que ponemos en las manos de Dios para que los
llene de fortaleza, anime y si es su voluntad sean curados de sus
enfermedades.
El rezo de mil Padrenuestros por la salud de los que padecen cáncer, tú rezas sólo
uno y pasas el mensaje a otros para que sigamos
rezando. Pásalo,
por favor. – Petición de nuestro amigo Ángel Santacoloma Luis
Alfonso
Un abrazo
PAZ y BIEN en el Señor Jesús.Ernesto B. / Docente del Colegio de la UPB
Comparto con ustedes mi poemario TE VI PASAR que se encuentra en las librerías de los Paulinos
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