jueves, 6 de junio de 2013

Testimonio de conversión

La bruja

Gabriel Escobar Gaviria

Tal vez algunos hayan leído el libro La bruja del escritor colombiano Germán Castro Caycedo. Yo lo leí.

Género; Crónica. El escritor, como uno de los mejores periodistas de mi país que es, describe unos hechos sin parcializarse en ellos ni a favor ni en contra, y sin necesidad de asegurar durante el escrito que lo hechos los tiene por ciertos por cuanto él siempre hace investigaciones sobre los temas que va a tratar.

Los hechos narrados ocurrieron durante las décadas del 70 y del 80 del siglo pasado.

Tal vez alguno haya visto el seriado La bruja basado en el mismo libro. Yo no lo vi ni lo veré, razón por la cual no puedo comprobar la fidelidad del seriado respecto de la crónica.

En renglón y medio, el argumento de la crónica: la protagonista, cuyo nombre fue cambiado en el libro por preservar su identidad, es una mujer joven, maestra de profesión en uno de los pueblos de Antioquia de nombre Fredonia, conoció a  alguien que les adivinó la suerte a ella y a algunos amigos, y ella pidió que le enseñara. Aprendió y empezó como un juego con los compañeros de profesión. Como las predicciones le salían acertadas, su fama se regó por la región y alcanzó altos niveles en Gobierno y en los capos del narcotráfico de la época. Jefes de Estado que no tomaban decisiones de Gobierno sin consultar con ella y capos que hacían los envíos bajo su visto bueno. Ésa es la obra completa: un Estado manejado por la brujería y por el narcotráfico.

Ella empezó a darse cuenta de que tanto poder no era gratis y de que el espíritu del mal se había apoderado de su alma y buscó ayuda. La encontró en tres personas: la monja Alicia Echeverri Calle, monseñor Alfonso Uribe Jaramillo, obispo de la diócesis de Sonsón-Rionegro (es una diócesis con dos sedes) y del padre Guillermo Gil, sacerdote de la diócesis de Sonsón-Rionegro, exorcista autorizado por el Obispo Alfonso.

Hay tres o más exorcismos hasta que la monja Echeverri logra hacer salir del cuerpo de la bruja el demonio que sale por la boca de la mujer en forma de un animal parecido a un armadillo, y como el hecho ocurriera en la iglesia de San José del centro de Meddellín, el animal logró la calle y atravesó la avenida Oriental, muy concurrida, y se confundió con los peatones de la calle ayacucho donde ya no hubo testigos que aseguraran haberlo visto. No alargo más el cuento porque no es necesario. Y el final de mi historia avendrá después de que les cuente lo que pasó el lunes pasado.

Como era un lunes festivo, había tratado de enderezar mis ocupaciones para que me quede tiempo de seguir con mis campañas en mis blogs. Como a las 6:00 p. m. me dijo Juan Gonzalo, mi hijo, que una amiga suya lo había invitado a una conferencia que daría la bruja de Germán Castro Caycedo en una iglesia de El Poblado, a las 8:00 p. m.

En principio sentí pereza que le manifesté a mi hijo diciéndole que quién sabe qué iglesia rara había cogido a esa señora y la tenía enseñando por fuera de nuestra Iglesia; pero inmediatamente recapacité y pensé que si ella había buscado a Dios en nuestra Iglesia y ante tan dignos personajes, aún después de 20 años sería difícil que hubiese traicionado a quien la salvo.

En realidad, nunca supe más de la bruja que lo que me dijo el libro. El libro pone a terminar la vida profesional de la bruja en el Liceo La Paz de Envigado. Varias veces le he preguntado a mi esposa por ella, puesto que mi esposa lleva 34 años en el magisterio de Envigado, algunos de ellos en La Paz, y nunca he tenido respuesta.

Pregunté a mi hijo cuál sería la iglesia y me dijo que la Nuestra Señora de los Dolores.



Decidí acompañarlo.

Quedé impresionado por varias cosas:

Encontré a una mujer de fe, que sabe quién la salvo, que sabe quién le perdonó sus pecados y que está metida en una campaña que trata de apartar a la juventud de horóscopos, de tarotes, de amuletos, de nueva era y de todas las trampas del maligno para recaudar incautos. Encontré a una mujer que ya no tiene temor de que su nombre se conozca: Lucrecia Gaviria.

La iglesia, que no es pequeña estaba con todas las bancas ocupadas aunque no se colmó de gente de pie, el ocupado de las bancas, insisto, fue completo.

Las únicas dos personas que sobrepasaban los 40 años éramos Lucrecia y yo. Era un movimiento juvenil lo que allí se estaba dando.

Su relato tuvo apenas algunas diferencias con el libro. Al parecer no es maestra pues no mencionó nada parecido a magisterio. No mencionó el armadillo.

Pidió el rezo del Santo Rosario y la bendición de los alimentos.

Oremos por ella para que su perseverancia dure para siempre

Y antes de sentarme a escribir esto, me comentó mi hijo, que la joven que lo invitó tiene problemas con su esposo de quien está separada.

Pongamos esa pareja también en oración.