domingo, 3 de marzo de 2013

Saludito dominical 178


Por Ernesto Blandón Rey
Docente del Colegio de la Universidad Pontificia Bolivariana

Por gracia de Dios nuevamente nos encontramos para reflexionar juntos sobre su Palabra y sacar de ella la riqueza que anima nuestra vida.
Los males del mundo nos aquejan, a unos más que otros, lo constatamos en nuestro tiempo cuando somos testigos del sufrimiento de tantas personas causado y padecido a la vez por la condición humana o la injusticia de los actos propios o de los ajenos. Sometidos a tal realidad se busca evitarla por todos los medios, pero permanece igualmente desvelando nuestra impotencia. Nada hay más trágico que la propia culpa, sobre todo cuando se es religioso y se piensa en castigos divinos exonerándose por no padecer de los mismos males.

«Si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera», dijo Jesús a quienes comentaban como curiosos los últimos sucesos. El mal tiene una causa, es verdad, pero esta se ahonda en el corazón del hombre, allí está el origen y de él salen los males que nos aquejan, luego la recuperación de la dimensión perdida propia de nuestra esencia, que es el amor por el cual hemos sido creados, pide encontrarse «conversión» mirando a Cristo, escuchando sus palabras, viviendo de lo que nos trae con sus acciones, pues «pasó haciendo el bien». Es Él quien cava en nuestro ser para sembrar la semilla que es Él mismo, la cuida, cuidándonos; redireccionando nuestro caminar, nos muestra el camino.

«Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas». Le insisten los discípulos sabedores de que es rico en misericordia, es el más interesado en que dé frutos de amor. El tiempo de Dios está lleno de paciencia, nos sabe esperar, siendo Él mismo quien nos hace crecer; lo hace todo porque es conocedor de nuestras torpezas, pero su amor que se nos entrega.

Convertirse es tener como referencia en la vida a Jesucristo Nuestro Señor, vivir de lo que nos trae: la vida en su esplendor, el amor en su grandeza, la verdad en su magnanimidad. Son los frutos que como cosecha es esperan y que la humanidad en su impotencia reclama.
Hagamos de este“Saludito” una cadena de oración por quienes padecen un sufrimiento. Algunos destinatarios, han dado a conocer necesidades apremiantes que ponemos en las manos de Dios para que los llene de fortaleza, los anime y si es su voluntad sean curados de sus enfermedades.
El rezo de mil Padres Nuestros por la salud de los que padecen cáncer, tú rezas sólo uno y pasas el mensaje a otros para que sigamos rezando. Pásalo, por favor. —Petición de nuestro amigo Ángel Santacoloma Luis Alfonso.
Un abrazo
Ilustración: Todo es Gracia
PAZ y BIEN en el Señor Jesús.
Ernesto B. / Docente del Colegio de la UPB

Comparto con ustedes mi poemario TE VI PASAR que se encuentra en las librerías de los Paulinos 

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